Ve al chico que se detiene frente a la fuente destrozada de una calle y se encarama a ella para tomar el agua que de allí corre de nuevo hacia la tierra. Ve la pared de adobe desconchado, ve la luz recortando la imagen, ve el pie descalzo aferrándose a la nada que proporciona la fuente rota. Y sabe, Manuel, que nunca podrá explicarle qué es la revolución.
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